Desde adentro: Cómo se vivió la Asamblea Legislativa en el recinto

Alberto Fernández dejó abierto el año legislativo frente a una asamblea de diputados y senadores que lo ovacionó pero también lo increpó en más de una oportunidad. En su discurso de casi dos horas hizo un repaso de la gestión de la pandemia, golpeó a la oposición y anunció los proyectos que enviarán al Congreso.

Un rato después de las 11 los principales funcionarios del Gobierno se acomodaron en los balcones del primer piso del recinto de Diputados. La titular de la AFIP, Mercedes Marcó Del Pont conversaba con el vacunado Carlos Zanini, procurador general del Tesoro. En el mismo palco estuvo Cecilia Todesca, vice jefa de Gabinete, con el ministro de Interior, Wado de Pedro.

«No se entiende, varios integrantes de la asamblea se están quedando afuera para que vengan los invitados», renegaba por lo bajo un diputado de Juntos por el Cambio en la previa de la sesión. Igualmente, varios diputados y diputadas siguieron desde los balcones del hemiciclo el discurso presidencial.

A las 11.20 la diputada de la Coalición Cívica Mónica Frade colgó en su banca un cartel con la cara del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. Su remera, de rayas horizontales blancas y negras, decía: «Clorinda». Y la fecha del 31 de agosto de 2020. Ese día el mandatario provincial cerró los pasos fronterizos en la localidad. El diputado radical por Formosa, Ricardo Buryaile, lució un barbijo rojo que decía: «Clorinda libre»

Más allá de ciertas chicanas menores, el tono en la previa fue ameno. La mendocina Anabel Fernández Sagasti (FdT) conversaba entre risas con el titular del interbloque de Juntos por el Cambio, Luis Naidenoff, (UCR) y con Martín Lousteau (UCR). «Tienen buen vínculo, trabajan juntos hace muchos años», explicaban en el entorno.

Como lo hace un alumno rebelde en el colegio secundario, Fernando Iglesias se sentó en el fondo del recinto. Desde ahí, disparaba contra el Presidente en cada ocasión. «Lázaro Báez», «Ponete el barbijo», entre otras cosas gritaba este legislador, acostumbrado al desorden. En un momento, Fernández hizo a un lado las 62 páginas de su discurso, lo miró y le dijo: «Tuvo cuatro años para hablar ¿Por qué no me deja hablar a mi ahora, por favor?». Mientras tanto la vice lo golpeaba suavemente con su palma para que no le diera la atención que buscaba.

La primera estampida fuerte de aplausos llegó cuando el Presidente anunció que ordenaría una «querella penal» contra los responsables del mega endeudamiento macrista. El ala oficialista del recinto celebró la decisión mientras que los opositores no tuvieron nada para hacer. «Claro, ellos reconocieron el endeudamiento desmedido cuando apoyaron las leyes sobre estos temas. Pero hay que ir más a fondo con esto», analizaba en diálogo con Informe Político uno de los legisladores que sigue esta agenda.

Sin embargo, también hubo un momento de encuentro, en que la grieta casi que parecía cerrada. «Para todas estas argentinas y estos argentinos que han desplegado su corazón al servicio de los demás, les pido por favor que brindemos un sentido aplauso, para que se sienta nuestro reconocimiento a lo largo y ancho del país», dijo Alberto Fernández. Primero aplaudieron los oficialistas, con más énfasis y luego, un poco más tímidos, se sumaron varios opositores.

Terminado este momento, el Presidente volvió a confrontar su gestión contra la de Mauricio Macri, y así despertó la reacción de los más extremistas. Terminado el discurso, el diputado Leonardo Grosso (FdT) señaló que «lo más destacable del discurso es la voluntad férrea de nuestro presidente de sacar el país adelante y reconstruir la economía». En tanto, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, consideró como desafíos «seguir adelante con toda la campaña de vacunación y la recuperación económica». «Hemos desarmado esa bomba de tiempo que teníamos que era la renegociación del endeudamiento feroz que tenía la Argentina», apuntó.

La mirada de la oposición parece ser más bien distinta. El titular del interbloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri (UCR) dijo: «Se confirmó lo que pensábamos. Creíamos que luego de un año de incertidumbre y dolor debía el Presidente hacer un discurso para hablarle a la Patria, para señalar un rumbo, hacia dónde vamos. En realidad, lo que vino a hacer el Presidente no fue a hablarle a la Patria, sino a rendirle cuentas al Instituto Patria».

Ni bien terminó el discurso presidencial salió ejectado de su banca y con los jefes de las bancadas del Senado y Diputados de JxC se ubicó en el centro de las cámaras que estaban en el Salón de los Pasos Perdidos. «Esperábamos que el Presidente se elevara por encima de las diferencias, que pareciera más un cóndor. Yo creo que estuvo intentando siempre, pero no pudo pasar del avestruz que intenta volar, pero sólo corre, corre hacia adelante”, añadió.

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