Cambiemos la historia: Homenaje a dictadores y reconciliación

En los últimos meses, el Museo de la Casa Rosada ha sufrido distintas modificaciones, con el objetivo de mostrar, como mencionó el presidente Mauricio Macri, «seriedad, con ecuanimidad, respetando la diversidad».

Esos cambios incluyen un particular homenaje a dictadores como Pedro Eugenio Aramburu, denominado «presidente» y que no está asociado al bombardeo de 1955. En la vitrina que el militar posee, en la que se pueden visualizar objetos como una boina, un llavero y un reloj que fueron de su pertenencia, ni siquiera se menciona en que contexto llegó al poder.

Llamativamente, el período de la historia argentina comprendido entre 1955 y 1983 es denominado por la nueva administración del museo como «La República Condicionada, 1955-1983» y no se distinguen qué presidentes llegaron al sillón de Rivadavia con el voto popular y cuales mediante un golpe de estado.

A su vez, las modificaciones se alinean con las polémicas declaraciones del diputado macrista Nicolás Massot, quien sostuvo que «el desafío es superar ese capítulo con mayúscula, que implica no sólo memoria, justicia y verdad. Es también perdón», en referencia a la última dictadura militar.

«El perdón no es religioso. Es una cualidad del ser humano. Los agnósticos o los ateos también perdonan. Y hay un ejemplo muy importante. Como el que se vivió en un contexto diferente con el apartheid. Pero creo que con los años 70 hay que hacer como en Sudáfrica y llamar a la reconciliación», insistió Massot, sobrino de Vicente Massot,  quien es señalado como presunto encubridor y complice en una causa por desaparición de los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola del diario La Nueva Provincia, el cual pertenece a la familia del diputado.

Además, en la muestra se puede escuchar una voz en off mencionando que «el Golpe de septiembre de 1955 abre un período de inestabilidad política y económica. La proscripción del peronismo da lugar a gobierno civiles débiles que son derrocados por golpes militares. Los reclamos sociales y la violencia política se acentúan: grupos de jóvenes deciden tomar las armas en nombre de la Revolución».

Es pequeño el espacio dedicado a la última dictadura militar: es un sector pequeño, un tercio de pared —las reliquias de Aramburu ocupan más espacio— donde están colgados un pañuelo de Madres de Plaza de Mayo, una escultura sobre las Islas Malvinas y una foto de la asunción del dictador Lepoldo Galtieri con sus colegas Videla y Viola. La palabra dictador no figura en ningún cartel, tampoco el número 30, la cantidad de detenidos desaparecidos durante la época.

«Lo que está haciendo el gobierno es deshistorizar la historia argentina, volver a ahuecarla, como siempre pretendió el mitrismo. Se jugaba una batalla cultural importante, ni bien acceden al gobierno se ponen a desmontar lo que era el recorrido del Museo del Bicentenario. Para ellos no son gobiernos de facto, son gobiernos del orden. Todo lo que pueda sublimar el concepto de la democracia, van a atacar: licuando la democracia y la dictadura, donde somos todos iguales. Es lo mismo Perón, Videla, Alfonsín. Eso es deshistorizar, sacarle el alma de la memoria al recorrido histórico de la Argentina. Nosotros hacíamos una fuerte condena al dictador”, señaló a Tiempo Argentino Jorge Giles, el periodista que fue guionista del Museo del Bicentenario.

 

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