El expresidente continúa con sus entrevistas tras su reaparición en la escena pública, lo que divide las aguas dentro del propio espacio cambiemita. Este martes tuvo un mano a mano con Jonatan Viale, que comenzó con un Mauricio Macri manifestando su «preocupación» por «la angustia» en la que ve a los argentinos. «Me duele mucho ver a la gente tan angustiada. Ver gente llorando en la marcha expresando angustia por su trabajo, el futuro y la seguridad. Esa sensación de que el Estado te abandona y te pueden usurpar. Hay gente que tiene más miedo a la usurpación que a la infección, eso muestra un estado de fragilidad», aseguró.
Macri se mostró molesto por la postura de Alberto Fernández ante las movilizaciones y señaló: «Me preocupa enormemente que la reacción del Presidente y de su Gobierno sea enojarse con los que salen pacíficamente a expresar su preocupación ante esta cuarentena eterna que es tan dañina. Y decir que este no es el pueblo».
El expresidente insiste con su rechazo a las medidas adoptadas por el gobierno nacional con todos los gobernadores en el marco de la emergencia sanitaria. El propio ministro de Salud del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, Fernán Quirós, rechazó las consideraciones de Macri que, no obstante, insistió en el concepto de «cuarentena eterna».
Al analizar la gestión del Frente de Todos, el exmandatario aseguró que «al Gobierno lo veo en el rumbo equivocado, no hay destino, no hay futuro. Una cosa es ir en el rumbo correcto y criticar los errores, como tuvimos nosotros, pero el barco va en la dirección que uno quiere que vaya, pero cuando va en la dirección equivocada no hay destino».
«Y ese conflicto con el mundo, dándole clases de cómo manejar la pandemia y haciendo un papelón. Ese no es el camino», aseguró Macri y agregó: «Siento que Juntos por el Cambio ha sido constructivo como oposición, ha apoyado lo más posible y ha estado cerca apuntalando las decisiones que tomó el Gobierno. Pero lo que uno siente es un atropello sistemático de las instituciones».
Macri no ahorró críticas, a días de la marcha del 17 de octubre, en apoyo a la actual gestión: «Al kirchnerismo y al peronismo los desorientó perder la calle, los desalentó, porque siempre habían tenido el monopolio de la calle. Ahora es la rebelión de los mansos. Hay que tratar de aprender de los errores, pero no desandar todo lo bueno que se hizo y negar que había un rumbo correcto».
También hubo, como viene realizando en sus últimas apariciones públicas, espacio para el replanteo sobre su propia gestión: «Asigné todo mi tiempo a la microeconomía. Las exportaciones, la AFIP, el expediente económico, los chinos, y no tenía resuelto lo central: tener moneda, que es lo que resuelve la pobreza. El 12 de agosto estábamos lejos de la expectativa. Un país con déficit, reservas, energía, exportaciones creciendo, pero muy lejos de la expectativa que dejé en diciembre de 2015 y mucha gente que decía ‘vengo haciendo un esfuerzo como nunca y no mejoré’, y por eso mucha gente nos abandonó, pero no me quiero desprender de ninguna de las cosas que no logré hacer».
Sin embargo, también sostuvo su rol de «víctima» y habló de «persecución judicial»: «Me siento perseguido judicialmente. Es muy cínico porque ella habló sobre el Lawfare y se dedicó a perseguir a mi familia. Con la fiscal Boquin que puso un número fantasioso con el Correo, y yo al extremo de haber sobreactuado la distancia… no quise ayudar a mi papá, y por eso tiré todo para atrás. Lo que hizo Aguad no estuvo mal. No explique lo suficiente. Tendría que haber sido mucho mas cuidadoso».