Sergio Massa habló antes de que se conocieran los resultados oficiales y reconoció la derrota frente a Javier Milei en el balotaje. «Me he comunicado con Javier Milei para felicitarlo y desearle suerte porque es el presidente que la mayoría de los argentinos eligió para los próximos cuatro años», manifestó.
El ministro de Economía reveló que se comunicó con Alberto Fernández para hablar acerca del proceso de transición: «Le hemos además planteado a presidente electo y al presidente de la Nación la responsabilidad de mañana mismo poner en marcha mecanismos de enlace y transición de recambio democrático para que los argentinos en los próximos 19 días no tengan ni dudas ni incertidumbres respecto del normal funcionamiento económico, social, político e institucional».
«Había dos caminos. Claramente, nosotros elegimos el camino de la defensa del sistema de seguridad en manos del Estado. Elegimos promover y defender a lo largo de la campaña el camino de la defensa de la educación y la salud pública como valores centrales. Elegimos defender a la industria nacional, al trabajo argentino, a nuestras pymes, a los trabajadores con derechos, porque sentimos que es la mejor forma de construir prosperidad, movilidad social ascendente y progreso para nuestra Nación», señaló Massa.
Y añadió con un mensaje al ganador: «Los argentinos eligieron otro camino y desde mañana la responsabilidad, la tarea, de dar certezas, de transmitirle garantía sobre el funcionamiento político, social y económico, es responsabilidad del nuevo presidente, del presidente electo y esperamos que así lo haga».
La historia de Massa hasta su candidatura presidencial
A sus 51 años, en su segunda candidatura presidencial, el candidato de Unión por la Patria va por el anhelo más esperado de su vida.
A partir de las 18, cuando se cierren las urnas, el ministro de economía se preparará para el evento más trascendente en su carrera política: el recuento de los votos que dictaminarán si finalmente será electo presidente de la Nación. Como afirman desde su entorno, «es la única persona en el país que hace 10 años se despierta con ese deseo».
Con ese apetito convertido en obstinación, Massa comenzó su periplo para acceder al sillón de Rivadavia con un evento que partió a la política en 2013. «Es alguien que siempre está buscando su oportunidad, no importa dónde y cuándo sea», lo describen sus allegados.
Cuando el escenario comenzaba a polarizarse entre un kirchnerismo que se enunciaba bajo el slogan de la «década ganada», tras diez años en el poder político, una porción de la sociedad comenzaba a manifestarse en contra del gobierno y de su líder, Cristina Fernández de Kirchner.
Aún vacío de representación, el espacio opositor, fruto del conflicto con el campo y las medidas más redistributivas del oficialismo, buscaba un personaje que lograra condensar sus demandas insatisfechas y sus principales críticas, basadas en las denuncias de corrupción y el avance contra los medios y la Justicia.
Sobre ese sector fue en la búsqueda Massa cuando rompió definitivamente con el Frente para la Victoria, a pocos días del cierre de listas para las elecciones legislativas del 2013. Ese momento, bisagra para su carrera política, marcó el inicio de una nueva etapa con altibajos, contradicciones e idas y venidas que hoy, finalmente, lo colocan a las puertas de acceder a la presidencia de la nación.
La decisión de crear el Frente Renovador, movilizar su propia tropa, hacer acuerdos con todos los peronismos distantes al Frente Para la Victoria y declararle la guerra discursiva a Cristina Kirchner fue el fin de su etapa como funcionario oficialista.
Nacido y criado en San Martín, tras haber militado en la Ucedé durante su juventud, Massa ingresó al Partido Justicialista en la década del 90′, donde en las elecciones de 1999 fue elegido diputado provincial de Buenos Aires por la Primera Sección Electoral.
En 2002, con apenas 29 años y un ascenso meteórico forjado por figuras como Graciela Camaño y Palito Ortega, fue designado por el entonces presidente de la nación, Eduardo Duhalde, al frente del ANSeS, donde forjó su característica de jóven gestor frente a las imperiosas necesidades de los jubilados tras las crisis de 2001. En 2007, con el éxito de su mandato a cuestas, se presentó como intendente de Tigre a pesar de la reticencia de Néstor Kirchner, donde ganó las elecciones y siguió levantando su perfil político y mediático.
Sólo un año más tarde le llegó el llamado para ser Jefe de Gabinete de la Nación. Paradoja de la historia, recibió el llamado de la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, para ser el reemplazante de Alberto Fernández, quien había renunciado tras el desgaste por el conflicto agropecuario.
De regreso a la intendencia de Tigre, Massa aceptó ir como postulante a diputado nacional en la lista liderada por Néstor Kirchner, en el medio de la polémica por una serie de candidaturas testimoniales que lo incluían tanto a él como a Daniel Scioli y a la actriz Nacha Guevara. Tras la derrota del oficialismo frente a Francisco De Narváez, el entonces intendente comenzó a manifestar ciertas discordancias con la conducción nacional, pero que no salieron a la superficie hasta 2013.
Ese año, antes de la conformación de las listas legislativas, Massa pegó el primer portazo de un raid de decisiones que hoy lo llevan a disputar el sillón de Rivadavia. Ante la incredulidad de una gran porción del FpV, el tigrense le dio forma al Frente Renovador, con la ayuda de su renombrado «Grupo de los Ocho», un conjunto de intendentes con el que venía forjando una alianza política en paralelo al kirchnerismo oficial.
Su triunfo en las legislativas de aquel año por más de diez puntos sobre la lista del Frente Para la Victoria liderada por Martín Insaurralde lo posicionó en los niveles más altos de aceptación nacional para competir en 2015 por la presidencia de la nación. Ese primer momento trascendental lo hizo, como reconoció tiempo después, tomar decisiones apresuradas que lo llevaron finalmente al tercer lugar en las presidenciales.
Si bien Massa había logrado un contundente triunfo frente al candidato de la presidenta en el distrito más poblado del país, una serie de alianzas encabezadas por Mauricio Macri con la UCR y la Coalición Cívica lo ubicaron preferentemente al por entonces jefe de gobierno de CABA como líder de la oposición. Massa, en tanto, decidió colocarse en la «ancha avenida del medio», como ratificaba en sus entrevistas, entre las dos posiciones más antagónicas: el oficialismo y «el cambio» enunciado por las centrales discursivas de la reciente alianza Cambiemos, al mando del consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Ante ello, desde el Frente Renovador enfatizaron en instalar la idea de un «cambio justo», más medido que el que proponía Macri. Sin embargo, Massa perdió el discurso opositor a pesar de sus promesas de «barrer a La Cámpora» y quedó afuera del balotaje. De una contundente victoria en 2013 que lo posicionaba como favorito, el tigrense había pasado a quedarse fuera del balotaje que tuvo como contendientes a Mauricio Macri (Cambiemos) y Daniel Scioli (Frente para la Victoria). Pero esa no sería su peor performance.
Cuatro detenidos por las amenazas de muerte a Sergio Massa y su familia
Tras la experiencia fallida en su búsqueda presidencial, Massa trató de perfilarse como un «opositor racional» con la búsqueda de diferenciarse de un kirchnerismo que se colocaba en contra de todas las decisiones del gobierno de Macri. En esa búsqueda, el tigrense fue visto como colaborador del plan gubernamental oficial, respaldado en leyes que votaban conjuntamente y fotos en conjunto como las del primer viaje a Davos de Macri, quien lo presentaba ante propios y extraños como su opositor preferido.
Esos primeros dos años del macrismo culminaron para Massa con una candidatura a senador por la Provincia de Buenos Aires acompañado ocasionalmente por Margarita Stolbizer, en una alianza tan efímera como poco comprensible. Compitiendo directamente con Cristina Fernández de Kirchner, al mando de su recién nacido Unidad Ciudadana, y el oficialismo macrista representado por Esteban Bullrich, Massa sacó apenas el 11%, 26 puntos menos que Cristina y 30 menos que el oficialismo. Y, sobre todo, más de 30 puntos menos que en aquella victoria clave de 2013, hacía apenas cuatro años.
Con el nuevo fracaso a cuestas, al borde de la nueva polarización nacional y con el riesgo serio de la disolución del Frente Renovador, Massa adoptó una nueva postura, consultada con asesores internacionales. Con un mayor discurso de oposición, estableció alianzas con el kirchnerismo y endureció su postura contra Mauricio Macri, con quien ya estaba peleado personalmente.
De «oposición racional» a simplemente «oposición», ya fuera de la Cámara de Diputados tras su ciclo de cuatro años, se encargó de rearmar su partido. Tras los intentos fallidos de consagrar un peronismo clásico, no-kirchnerista, que le dispute la oposición a Cristina, con aliados que se fueron desperdigando como Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto, Juan Schiaretti y Roberto Lavagna, el Frente Renovador debió atravesar una decisión fundamental.
Tras el anuncio de Cristina Fernández de Kirchner de acompañar a Alberto Fernández como vicepresidenta, Sergio Massa accedió a unir su partido a la alianza Frente de Todos, que a través de la consigna «Una nueva mayoría» se colocó como primer candidato a diputado nacional y, con la asunción del nuevo gobierno, como presidente de la Cámara Baja.
La frutilla del postre fue la asunción como ministro de Economía en 2022. Tras una renuncia intempestiva de Martín Guzmán que hizo devaluar el dólar blue en un 50%, y una primera respuesta del gobierno colocando a Silvina Batakis como pieza de transición, el tigrense finalmente terminó asumiendo en el cargo.
Con la conjunción de otras secretarías y absorbiendo ministerios, Massa quedó al frente de la conducción económica y política del país, desplazando de plano al presidente de la nación como nunca antes en la historia argentina. Mucho más cuando Alberto Fernández declinó su candidatura a un segundo mandato y Massa se terminó erigiendo como el candidato de la unidad, si bien en los papeles Juan Grabois cosechó un para nada deleznable 6% en las PASO.
Con un clima que bordeaba el riesgo de una mega-devaluación y una híper-inflación, con las reservas internacionales en negativo y una sequía que negó el ingreso de, al menos, 20 mil millones de dólares, Massa llegó con vida hasta el 10 de noviembre de 2023.
En su doble conducción, económica y electoral, Massa apostó el todo por el todo. Negociaciones con el FMI, zooms con bancos internacionales, alianzas con China, en medio de una campaña electoral que lo tuvo de recorrida por todo el país durante los últimos tres meses, en las que tuvo que remontar el tercer puesto de las primarias y ante un sorpresivo primer lugar en las generales que lo llevan a la instancia más importante de su vida.
El 2013 que lo puso a las puertas de lo que el 2015 no fue, el 2017 que lo vio caer, el 2019 que lo hizo renacer y el 2022-23 que lo tiene como el personaje más trascendente del escenario político nacional, enfrentando a una figura outsider tan polémica como sorpresiva. El pueblo, finalmente, dictaminará quién obtendrá la banda presidencial.