Santoro: «Detrás de cada proyecto del PRO hay un negocio»

Leandro Santoro, legislador de Unidad Ciudadana, dialogó con Informe Político sobre su visión de la Ciudad de Buenos Aires, su proyecto de ley, que no prosperó, que penaliza a las empresas con obra publica en territorio porteño que son investigadas por hechos de corrupción y la chance de conformar una alternativa política que derrote al PRO.

-¿Qué visión tenés de la Ciudad gobernada por Rodríguez Larreta?

-Yo creo que es una Ciudad, a diferencia de lo que veo en el país, que tengo la sensación de que hay mucha improvisación, basada en una premisa: hay que favorecer el desarrollo inmobiliario. Tiene que generar las condiciones de negocios para los grandes desarrolladores inmobiliarios sin preocuparse ni por la sustentabilidad ni por la ecología, ni la forma de vida que cada vez es más inhumana e injusta. Creo que ahí está el énfasis: tratar de que Buenos Aires sea moderna pero excluyente, que parezca que es una ciudad que contiene pero que al mismo tiempo tiene altos niveles de inequidad. Muy pensada para lo estético pero desinteresada para la asistencia social por ejemplo. Parece que estas personas gobiernan para un sector de la sociedad que se desentienden de los problemas que les pasan a otro sector de la sociedad. Entonces tenés la ciudad más rica de la Argentina, con una concentración importante de gente, que en vez de utilizar recursos públicos para nivelar desigualdades, o tratar de contener a los sectores más excluidos de la sociedad, o para tratar de desarrollar políticas públicas que permitan que mejorar la vida de la gente, se ignora. O sea, no figura ni en la agenda publica. Entonces todo se limita a la inauguración de una obra pública, al diseño de un barrio en función de los intereses de los desarrolladores inmobiliarios.

-Llegaste hace algunos meses a la Legislatura ¿Qué tipo de debates observás en el recinto en relación a los problemas que mencionás?

-Muy pocos. Está claro que detrás de cada proyecto hay un negocio. Vamos a expropiar el terreno x y vamos a hacer una plaza, expresan desde el oficialismo. Y después te das cuenta que detrás de la plaza se van a construir 300 cocheras subterráneas, como pasó con el terreno del Dorrego. Tenemos una propuesta para hacer un gran polo de salud señalan y después ves como liquidan cuatro hospitales, que dicho sea de paso hay que ver qué hacen con esos terrenos, que probablemente los vendan. Los terrenos del Tiro Federal… ¿Terminan en un espacio vede? No, en construcciones. Todo es así. Tienen la inteligencia de maquillar las cosas con algún tipo de política social formal y muy pequeña. Te dicen: hacemos un emprendimiento verde. Pero en el fondo el proyecto habilita a que otros privados consigan un negocio. Está todo el tiempo planteado eso, con la ventaja del blindaje mediático.

-Y con la mayoría que han construido en la Legislatura. 

-Obviamente, con la mayoría que tienen, pero con el blindaje mediático que les permiten conseguir los cuarenta votos que son claves para leyes especiales por los diputados que dicen ser «oposición» y no tienen ninguna condena social, porque nadie se va a enterar. Más allá del desbalanceo que hay en la Legislatura, además está eso: diputados que fueron electos por la oposición, como los que responden a Martín Lousteau, pueden votar algunas cosas sin ningún tipo de condena social porque nadie se entera.

-Hablaste de negocios inmobiliarios y hace poco presentaste un proyecto de ley en ese sentido, que no tuvo correlato en la Legislatura, que buscaba excluir a empresas de la obra publica en la Ciudad investigadas en causas de corrupción ¿Crees que falta un debate más profundo sobre la corrupción? 

-Si, sin duda. El debate sobre la corrupción en la Argentina hoy trata de desprestigiar al kirchnerismo, para darle mayor margen de gobernabilidad al oficialismo, no para tratar de transparentar al Estado ni a las instituciones o mejorar cualitativamente la moral pública. Por eso todos se espantan con las empresas que trabajaron con la gestión anterior y se asumieron como corruptas y todos se hacen los boludos olímpicamente sabiendo que esas mismas empresas son contratistas de la Ciudad de Buenos Aires. En una entrevista, por caso, Lanata le preguntó a Macri si su amigo del alma Nicolás Caputo iba a ser concesionario de obras públicas nacionales como había sido en la ciudad y Macri le respondió que no tenía obras. Claro, Caputo Construcción Sociedad Anónima no tenía obras pero SES Sociedad Anónima, sociedad controlada por Caputo, sí las tenía. Te das cuenta que en esa respuesta ambigua, tolerada por el periodista, también se encubren hechos de corrupción porque somos todos conscientes de que el amigo del alma del presidente gana licitaciones para mantener hospitales, para construir obras, o para desarrollar algo, lo tienen que ocultar ¿Por qué lo tienen que ocultar? ¿Por qué Macri, a Lanata, no le reconoció que su amigo era contratista?

-Para la gente que no tuvo la posibilidad de tener una idea del proyecto que presentaste: Vos planteás que toda empresa vinculada a causas de corrupción no puede ser contratista de la Ciudad ¿Verdad?

-Sin dudas, básicamente porque las propias empresas lo reconocen. Ellos vulneraron un principio fundamental que es el principio de la buena fe: yo no sé si ellos efectivamente coimearon o no coimearon. Pero si sé que están dispuestos a hacerlo porque dijeron que lo hicieron. Entonces si estarían dispuesto a hacerlo, yo como contratista tengo el derecho de abstenerme de contratarte. Es lo que les dije a los diputados del oficialismo.

-Hernán Reyes, legislador de Vamos Juntos, dijo que el proyecto tenía inconsistencias técnicas. 

-Si, pero lo dijo sin haber leído el proyecto, no estudió en profundidad la iniciativa. Antes de presentar el proyecto hablé con Miguel Ángel Pierri, que algo de derecho sabe, y no hablo al pedo: cuando hablo investigo las cosas. Si no sé, prefiero callarme. Pero al momento de realizar el proyecto hicimos una investigación profunda de cómo se contrataba en la Ciudad. Hay tres tipos de contrataciones. Tenés la contratación para la obra publica, que la Ciudad deriva en la PPP, la de compras y servicios, y las concesiones de los servicios públicos, que no hay una ley marco que regule eso. Entonces lo que nosotros decíamos era que ojo, porque si Roggio se asume como corrupto no hay ningún impedimento para que en la Ciudad se le renueve la concesión del subterráneo. Sí se asume como corrupto y es procesado sí hay mecanismos legales para evitar que la ciudad contrate a Roggio Construcciones para ampliar el subte. Pero no hay limitaciones ni restricciones para que la ciudad se abstenga de contratar a Roggio como administrador del subte, que son dos cosas distintas. No tiene ninguna inconsistencia.

-Teniendo en cuenta el blindaje mediático que tiene la gestión Larreta, tal como decís ¿Cómo se interpela al electorado porteño para construir una alternativa capaz de derrotar al macrismo?

-Es muy difícil. Nosotros vamos a dar este debate en el marco de la campaña electoral porque a los medios les va a resultar inevitable tener que darlo. Pero me cuesta mucho imaginar cómo hacemos ahora. Porque la ciudad es tan grande, tan gigante, que mucha gente no sabe si la responsabilidad política y las cosas que no funcionan son de la ciudad, de la nación o incluso de la gobernadora de la provincia. Muchas veces pasa eso. Entonces se complica mucho. Pero creo que tenemos que dar un debate mucho más general sobre qué proyecto de país y de ciudad queremos. Porque el proyecto de ciudad del PRO está inserto en el marco de un proyecto de país, o sea este desastre económico que estamos viendo es consecuencia de los valores de insolidaridad, de valores mercantilistas, con una lógica meritocratica, que premia al que le va bien y el Estado se desentiende de los que les va mal. Claro, esa lógica meritocratica muchas veces se aplica en el estado de la educación pública. Pasa que buena parte de los porteños mandan a sus hijos a un colegio privado. Cuando esa lógica se transforma en nacional, ahí sí las consecuencias de esa mirada nos llegan a todos. Porque nos damos cuenta que en aras de favorecer al capital concentrado o a pequeños sectores vinculados a los mercados financieros, el Gobierno toma decisiones políticas que perjudican al poder adquisitivo de la clase media. Entonces, es el mismo espíritu, la misma insensibilidad, la vocación de ayudar al fuerte y no incluir al débil. Es la mirada política centrada en el marketing, en la comunicación, desentendida de la profundidad que implica la relación del Estado con la sociedad. En la Ciudad se deterioró y se maquilló esa relación. Pero a nivel nacional se deterioró muchísimo y no se puede maquillar, es una concepción política.

-Esta visión que tenés es compartida por muchas fuerzas que se asumen como progresistas ¿Es posible que confluyan en una alternativa?

-Creo que no, desearía que si. Porque… primero, ¿A que llamamos abanico progresista? No tengo ninguna duda de que los electores de Martín Lousteau son progresistas. Pero los electores de Martín Lousteau votaron a una opción que los defraudó a las 24 horas de una elección y no pasó nada. No hubo ningún reclamo. Entonces es una democracia la de la Ciudad muy personalizada, muy personalista, muy condicionada por las construcciones mediáticas, muy condicionada por el marketing y las operaciones de prensa. En cualquier pueblo de la provincia de Buenos Aires o en el interior, si se vota a un candidato a intendente y al día siguiente se pasa al bando oficialista, se arma un lío bárbaro. Acá no pasó nada. Acá el tipo dijo que era opositor a Rodríguez Larreta y terminó como embajador del gobierno y hoy está haciendo un esfuerzo para ir junto al PRO en Cambiemos. En cualquier ciudad del mundo, esto es un escándalo. En la Argentina, por todos los mecanismos que estamos analizando en esta conversación, no sucede eso.

-¿Cómo se entiende el papel que tiene la UCR porteña? 

-Creo que es una pregunta para la UCR porteña (sonríe). A ver, el jefe político del radicalismo en la ciudad es Enrique Nosiglia, no el presidente del comité capital. El presidente del comité de capital, no por Guillermo, que es un gran cuadro, administra lo que otro gobierna. Y la lógica del nosiglismo es la de la construcción del poder. Es una lógica muy pragmática de la construcción del poder, ellos van a hacer lo que les convenga para tener más poder. Es lo que hicieron históricamente. Por eso, construyeron el acuerdo con Cambiemos a nivel nacional, y por eso también lo trataron de romper y después lo volvieron a armar en la Ciudad. ¿Por qué esas fluctuaciones del radicalismo? ¿Por una cuestión ideológica? No, es más: mucho mejor el PRO en la Ciudad que en la Nación. Entonces, acá uno puede estar en contra de las cosas que hacen pero algo laburan. A nivel nacional está en contra de las cosas que hacen y además le da bronca la inoperancia y la falta de mérito al trabajo. Por lo cual, no se entiende por qué van y vienen en esa relación sino es que lo único que les interesa es construir poder.

 

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