Tombolini: «Yo no veo divergencias de fondo en el Gobierno»

Matías Tombolini, vicepresidente del Banco Nación, analizó la coyuntura económica en medio del debate interno del Gobierno sobre el cuidado de las cuentas fiscales y el aumento de las tarifas de servicios públicos. Desde su visión, no hay «divergencias de fondo, creo que la coalición tiene una dinámica política donde hay un centro homogéneo y una periferia heterogénea».

Elogia aspectos del oficialismo y asevera que hay diferencias notorias con la gestión Macri. También, habla de su rol en el banco estatal y de último libro, «La otra campana», que nació bajo la necesidad de «articular lo que el Gobierno estaba haciendo, que recibimos, que estamos haciendo, y de manera ordenada».

-¿Cómo ves el panorama económico?

-Argentina enfrenta restricciones múltiples, varias derivadas de la pandemia y eso tiene la limitación central de que no depende de la Argentina. Vos tenés una crisis que no es producto de la economía, como la mayoría, sino de algo que podemos llamar catástrofe natural. Por otro lado, la Argentina le tiene que sumar a esa catástrofe natural «enfermedades prevalentes», porque venía de un proceso recesivo que arrancó en abril de 2018, que condicionaron el modo en el que el país entró en la pandemia como la manera en que se recupera. Porque el país todavía tiene que renegociar con el Fondo, no tiene acceso a los mercados internacionales de deuda. Restricciones que no son propias de los países de la región por ejemplo. Entonces, en ese contexto el mundo tiene restricciones globales que impactan en la economía argentina, por ejemplo: el turismo, que aporta entre 5 y 7 puntos del producto. Claramente, el turismo hoy está sufriendo muchísimo. Hay industrias de levante para la Argentina que están a media maquina o frenadas; son limitaciones concretas.

-¿Qué ves de positivo?

-Los precios a los que la Argentina le vende al mundo son sostenibles y tenés desafíos como controlar un proceso inflacionario, que erosiona la capacidad de compra del salario.

-Con respecto a la inflación ¿Qué está haciendo el Gobierno y que falta?

-Creo que el Gobierno tiene una descripción del fenómeno inflacionario que comparto con esta idea de la multicausalidad, con problemas de orden monetario que a su vez reflejan el financiamiento monetario del déficit fiscal. Argentina no tiene otra forma de financiar el deficit que no sea como emisión, no tiene margen fiscal para subir impuestos ni para financiarlo con deuda internacional. Lo que conviene es hacer un mix de cosas ¿no? Desde el punto de vista monetario hay una búsqueda de un equilibrio fiscal justamente como punto de llegada, no de partida. Y acá hay una concepción muy distinta con la gestión anterior. Porque una cosa es entender el déficit como todos lo entendemos, que debe ser resuelto producto de un crecimiento de la economía y como un lugar al que hay que llegar, no desde un punto de partida. No es que vos tenés que ajustar para crecer sino que tenés que crecer para que te cierren las cuentas. Después hay otros elementos que tienen que ver con el rol de los precios regulados, que es algo que se está haciendo bien. Todo lo que son los precios regulados de la economía subieron la mitad de lo que subió la inflación en el último año. Hay que mantenerse en ese sendero porque como siempre digo… la luz no tiene segunda marca, vos no vas a buscar una alternativa de agua o de gas como pasa con los fideos. Si vos movés las tarifas impactas de lleno en el poder de compra de los que menos tienen sobre todo. Me parece que el rol activo del Gobierno en materia de tarifas, con todas las discusiones, es un elemento positivo. Y después se administra el tipo de cambio, justamente para que eso o tenga más impacto en la tasa de inflación, y se trata de articular con los sectores del trabajo y la producción para alinear expectativas entre empresarios y trabajadores. Algunas cosas salen mejor y otras cosas tienen esa intención.

-El Gobierno tiene una discusión interna con respecto al aumento de precios de tarifas de servicios eléctricos por ejemplo y el cuidado del equilibrio fiscal. ¿Vos como te paras?

-Hay una discusión de fondo y de formas. Yo no veo divergencias de fondo, creo que la coalición tiene una dinámica política donde hay un centro homogéneo y una periferia heterogénea. El debate puede estar en los bordes pero lo valores compartidos son los mismos, esta idea de segmentar las tarifas o algo hay que hacer pero protegiendo el bolsillo del que tiene un salario como eje para pensar la manera de ajustar precios de los servicios públicos. Eso es distinto a otras gestiones que se preguntaban cómo se le cerraba el número a la empresa, no a la gente. Hay una diferencia con la gestión anterior que no existe hacia dentro del Gobierno. ¿Puede haber matices? Desde ya y los hay, pero no creo que haya contrapuntos entre fiscalismo ortodoxo y la actitud extrema. Hay una mirada compartida de ajustar las cuentas dado el escaso margen que la Argentina tiene para conseguir financiamiento pero esto no se puede hacer a costa de apretar el cinturón de quien vive de un salario. Por eso, el primer paso de ajuste fiscal en la dirección correcta fue la renegociación de la deuda, porque cuando tenés deuda externa y modificás el perfil para no tener que pagar hasta 2024 ni un dólar de intereses ni de capital, eso te da margen en el gasto público, porque es menos gasto y te da oxígeno. Por eso la discusión con el FMI tiene matices pero hay una voluntad de acordar entendiendo que si la Argentina no crece no puede pagar y que no puede crecer ajustando a los trabajadores. Con lo cual, tampoco veo una contradicción en ese punto. Obviamente que hubo un ruido pero que no hace al fondo de la cuestión.

-¿Ves posible que el Gobierno recupere herramientas como el IFE o el ATP para paliar la crisis?

-En el libro abordo esos temas, que lo llamo como políticas de mitigación. El Estado desplegó políticas de mitigación que son algo así como acciones estatales para mitigar la onda expansiva de una especia de bomba nuclea que nos cayó en la economía argentina y en todo el mundo. Se tiende a morigerar el impacto pero no lo elimina. Las políticas de mitigación transitaron por dos lados: desde el lado de la producción, el ATP, complementando los salarios, y con el IFE dando una transferencia directa para el que no tenía ingresos. Yo sí creo que es posible más te diría que es necesario.

-¿Cómo nace la necesidad de escribir «La otra campana»?

-El libro nace después de haber estado aislado en casa, nunca estuve en una situación así, y viendo la televisión y el enojo constante que plantea la oposición sobre todo como método de comunicación, viendo que ese enojo era predominante. Así que me pareció interesante articular lo que el Gobierno estaba haciendo, que recibimos, que estamos haciendo y de manera ordenada. Por eso nació este libro.

-¿Cómo te llevás con tu rol como vicepresidente del Banco Nación?

-Muy bien, con muchos desafíos que tienen que ver con poder articular herramientas concretas. El Banco tiene una política de crédito muy orientada a generar herramientas que permitan que una pyme, un comercio o un emprendimiento tengan finaciamiento, que el depositante tenga su renta al depositar sus ahorros en nuestro banco pero con herramientas que alejen la posibilidad de la bicicleta financiera. La idea es otorgar préstamos con tasas que están debajo de la inflación y que permiten recomponer el capital de trabajo, en medio de la pandemia y tras la recesión que dejó Macri.

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