Antes de la crisis turca, el peso ya era la moneda más devaluada del mundo

Más allá de la estrategia oficial de responsabilizar a los convulsionados mercados exteriores por la crisis de la economía nacional, lo cierto es que mucho antes de la crisis de la lira turca ya el peso argentino venía desempeñándose como la peor moneda del mundo en relación con el dólar. El impacto de la guerra comercial China-Estados Unidos, la suba de tasas de la Fed y la reciente crisis con Turquía no se sintió de igual manera en todos los países emergentes y la devaluación del peso triplica la del real y sextuplica la del peso chileno, lo que habla de otros problemas estructurales.

Apenas unos meses atrás, a mediados de mayo, mientras negociaba el crédito extraordinario de 50 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el presidente Mauricio Macri sostuvo en conferencia de prensa que su gobierno consideraba “superada” la “turbulencia cambiaria”. A tres meses de distancia y con el dólar en su récord histórico de casi 31 pesos por unidad se elige hablar de “tormenta” financiera internacional para justificar el impacto local.

Pero lo cierto es que respecto de mediados de agosto del año pasado el peso perdió 74% de su valor respecto del dólar, que entonces cotizaba $17,55, y 61% en lo que va del año. Después de mantenerse como la peor moneda del mundo durante la mayor parte del año, recién en las últimas semanas fue superado por la lira turca, que se desplomó espectacularmente, acumulando una devaluación de 40,6% en el año, en medio de un conflicto político con Estados Unidos que provocó un inmediato impacto económico.

En realidad, la pax cambiaria de nuestro país se quebró el 28 de diciembre del año pasado, cuando el equipo económico del presidente Mauricio Macri anunció un relajamiento de las metas de inflación para el año, reconociendo que no se podía alcanzar el 10% proyectado en el presupuesto aprobado poco tiempo atrás y fijando una meta del 15%, que resultó superada en el primer semestre.  El dato de inflación de julio, dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) esta semana, confirmó un 3,1%, lo que implica un acumulado de 19,6% para los primeros siete meses del año y un interanual de 31,2%. El acumulado desde la asunción de Macri es de 114%. La mayoría de las proyecciones de consultoras privadas para 2018 anticipan cifras superiores al 35%, lo que incluso haría caer el acuerdo alcanzado con el FMI, que fijaba una reevaluación global de los términos con una inflación de 32%.

El desplazamiento del titular del Banco Central Federico Sturzenegger y su reemplazo por el entonces ministro de Finanzas Luis Caputo, presuntamente más respetado por los mercados, tampoco logró frenar las sucesivas corridas contra el peso, impulsadas por múltiples contradicciones internas, desde la millonaria y siempre amenazante masa de Lebacs (que ahora se apunta a desmontar) hasta la crisis política derivada de los cuadernos del chofer arrepentido Oscar Centeno, pasando por la persistencia inflacionaria, el aumento del déficit comercial y una imparable caída de la actividad económica y del consumo en el mercado interno.

En ese contexto, la justificación oficial de que la crisis económica mundial golpea a todos los países emergentes no parece sostenible. En el mismo período, mientras el peso argentino acumuló una devaluación de más de 60% desde principios de año, el real retrocedió 17,9%, el peso chileno un 8,5% y el peso colombiano apenas un 2,3%, como se puede apreciar en el gráfico elaborado por Martín Alfie, economista jefe de Radar consultora.

La influencia de estructurales problemas internos también se refleja en las proyecciones de crecimiento para los distintos países de América latina. Mientras el FMI continúa revisando a la baja el crecimiento proyectado para Argentina, que ahora está entre cero y números negativos (para 2019 se rebajó de 3,2 a 1,5%), para Brasil estimó un 1,8% para este año (rebaja de 0,5% respecto de la evaluación de abril) pero mantuvo un 2,5% como horizonte para 2019, y para México estimó un 2,3% para este año y un 2,7% para el próximo. Las proyecciones se mantuvieron sin cambios este año para Colombia (2.7%) y Perú (3.7%).

Comentarios

Dejar respuesta