De líder estudiantil en 2011 a presidente, con Gabriel Boric comienza una nueva era en Chile

Ante una Alameda repleta con miles de personas que salieron a celebrar el triunfo de la izquierda en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el mandatario electo dio su primer discurso tras vencer al candidato de la derecha José Antonio Kast. Boric reemplazará desde marzo a Sebastián Piñera, con quien este lunes se reunirá en el Palacio de La Moneda.

35 años tiene el flamante presidente electo Gabriel Boric. Cuando nació, en febrero de 1986, Augusto Pinochet gobernaba con mano de terror los destinos de Chile. Fue el año en que se salvó de milagro de un atentado en su contra organizado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y todavía le quedaban casi cuatro años como presidente de una dictadura comenzada en 1973.

De esa etapa, signada por el horror del Terrorismo de Estado y por ser el primer ensayo del neoliberalismo a nivel global, Pinochet salió impune, con una Constitución propia, que aún está vigente desde 1980 y como senador vitalicio. Chile es, de algún modo, el ejemplo de una democracia condicionada por los poderes reales, que más allá de las formas democráticas y los votos cada cinco años, aún tiene varias deudas pendientes en términos de derechos sociales, económicos y hasta políticos.

De hecho, el proceso electoral coincide con el debate que va a culminar con la sanción durante 2022 de una nueva Constitución. El dato es relevante porque el ahora excandidato Kast, confeso admirador de la dictadura e hijo de un ministro pinochetista, había manifestado no estar de acuerdo con la reforma. La titular de la Convención Constitucional es Elisa Loncon, lingüista, reconocida académica y mapuche, que está en la línea de un país más igualitario e inclusivo. En cambio, Boric saludó a Chile en la noche del domingo en su primer discurso, con algunas palabras pronunciadas en mapuche.

“Buenas noches, Chile. Po nui, suma aruma, pun may Chile”, abrió Boric. Así, su primer gesto fue para los pueblos originarios. “Po nui”, buenas noches en la lengua Rapa Nui; “suma aruma”, buenas noches en lengua aymara; y “pun may”, buenas noches en mapudungun.

Gabriel Boric, logró reconocimiento nacional en 2011 como líder estudiantil junto a Giorgio Jackson y la comunista Camila Vallejo, en una pelea por el acceso a la educación superior que en Chile obliga, a quienes no pueden pagarlo, endeudarse en créditos para poder estudiar. Diez años después, es electo como el presidente más joven, con la mayor cantidad de votos de la historia y con la mayor participación ciudadana. En algunas ocasiones, de las calles y la resistencia, salen las alternativas. Aunque tarden 10 años en tomar forma.

Chile aún mantiene en carne viva 2019, cuando un estallido popular por el aumento del precio del transporte, casi deja a Piñera al borde de su salida anticipada. La consigna «no son 30 pesos, son 30 años», tiene un hilo que la une a esta elección de Boric y al momento refundacional que puede encarar el país, con nuevo presidente y nueva Constitución.

El «modelo chileno», tan valorado inclusive por progresismos de diversos países incluyendo la Argentina, escondía un régimen de jubilaciones privadas, la Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), que Boric prometió dejar de lado. Es uno de los desafíos del país, con una enorme e injusta distribución de la riqueza, que es el lado oculto del crecimiento económico.

La integración regional, con los rápidos saludos de Alberto y Cristina desde Argentina, por ejemplo, son indicios. Pero la política real, con sus tensiones y conflictos, pone a Boric, que este mismo día a horas de ser electo se reúne con Sebastián Piñera, en el desafío de la transición, ya no de un gobierno a otro, que de hecho en Chile es una costumbre, sino de un país con dos piso bien diferenciados a otro con rasgos de mayor igualdad. Un país que acerque lo que decían las calles, en 2011 y en 2019, a lo que se decide en los despachos.

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