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El comandante Marcos

Es, qué duda cabe, el político más influyente y mejor preparado del Gobierno. No sólo coordinó, junto con Jaime Durán Barba, la campaña electoral que llevó a la presidencia a Mauricio Macri sino que es el jefe de Gabinete del Poder Ejecutivo, es el responsable de la comunicación y no hay decisión política ni económica que no pase por sus manos.

Con apenas 40 años, cumplidos el 15 de marzo, este politólogo tendrá en sus manos coordinar la campaña electoral en la provincia de Buenos Aires. La definitoria elección en territorio bonaerense excede el papel de la gobernadora María Eugenia Vidal, que enfrascada en el conflicto docente ve cómo su buena imagen empieza a deteriorarse.

“La provincia es muy importante, por eso Macri lo va a jugar a Peña ahí”, nos sopla un segunda línea del Pro. ¿Será candidato? Al parecer no puede presentarse en provincia de Buenos Aires, y una candidatura testimonial sería demasiado riesgoso. Recordemos la experiencia kirchnerista del 2009, cuando nada menos que el ex presidente Néstor Kirchner y el entonces gobernador bonaerense, Daniel Scioli, perdieron las elecciones de medio término a manos de Francisco de Narváez.

Lo que sí está claro es que Peña y su alfil, Fernando de Andreis, ya comenzaron a coordinar con María Eugenia Vidal la difícil campaña de este año. Hace pocas semanas dio vueltas una foto de los protagonistas, junto con Federico Salvai y Rodríguez Larreta, la mesa chica que coordinará la orientación de las elecciones en los dos distritos fuertes del Pro, en los que una derrota les haría pagar muy cara la gestión de gobierno hasta el 2019. Además, se sabe, la sombra de Cristina Fernández acecha desde una altísima intención de voto, que no decae sino que se incrementa.

Marcos Peña, una vez más, tendrá la responsabilidad sobre sus espaldas. No es poco para alguien que cuenta apenas con 40 años y con cero antecedentes en los partidos tradicionales, tanto el PJ como la UCR. Un desafío tan difícil como atractivo. De ganar la elección, el Pro comenzaría a probarse el traje de la reelección, algo de lo que ya no se habla, pues la realidad económica y social no se lo permite. Pero para soñar siempre hay tiempo. Peña lo sabe.

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