Afirmó que ningún otro Gobierno antes ha afectado tanto a una nación, como lo ha hecho el actual presidente Jair Bolsonaro. Lula, que fue dos veces presidente y afronta su sexta candidatura, dijo que “sin una causa la vida pierde sentido».
Luiz Inácio Lula da Silva lanzó su precandidatura para las próximas elecciones presidenciales en Brasil, previstas para el 2 de octubre, en un masivo acto realizado en el Expo Center Norte, en la ciudad de San Pablo.
Lula, a sus 76 años, se postula a la sede del Palacio del Planalto por sexta vez en su carrera política. Obrero metalúrgico y fundador del Partido de los Trabajadores en 1980 (la dictadura en Brasil gobernó de 1964 a 1985), fue candidato dos veces antes de ganar en las elecciones de 2002. Luego sería reelecto en 2006 y junto a Dilma Rousseff, que lo sucedió en 2010 y fue destituida en 2016, encabezó el ciclo histórico que no solo puso a Brasil como sexta economía del mundo, sino que acompaño ese crecimiento con un proceso de inclusión social como nunca se había visto en la región y que permitió a millones de personas salir de la pobreza.
En su discurso ante cuatro mil personas, Lula destacó que “la lección más importante que he aprendido en 50 años de vida pública, ocho de los cuales he presidido este país, es que gobernar debe ser un acto de amor”.
«Brasil es demasiado grande para ser sometido a este lugar de paria en el mundo», indicó el expresidente brasileño en su discurso de presentación de su precandidatura en un acto organizado por el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.
Recordó que el objetivo de la candidatura es «reconstruir Brasil, con desarrollo sostenible, empleo y salarios dignos, protección social y con el pueblo en el Presupuesto de la Unión».
En este acto también se lanzó el movimiento «Vamos juntos por Brasil», que reúne a las siete formaciones políticas que apoyan la postulación de Lula.
La campaña empieza oficialmente en agosto y hasta entonces los aspirantes solo pueden presentarse públicamente como precandidatos. En el evento de San Pablo, estuvieron presentes en varios líderes políticos, de diferentes partidos, además de líderes sindicales y de movimientos sociales.
«El grave momento que atraviesa el país, uno de los más graves de nuestra historia, nos obliga a olvidar nuestras las posibles diferencias para construir juntos un camino alternativo a la incompetencia y autoritarismo que nos gobierna», dijo Lula frente a una imagen de la bandera brasileña.
En su discurso, el expresidente adoptó un tono más moderado y de conciliación, diciendo que el país necesita calma. “Esta disputa por la democracia la vamos a ganar repartiendo sonrisa, camino, amor, paz y creando armonía”.
El expresidente dijo que, «en lugar de promesas», presentará «el inmenso legado de nuestros Gobiernos», citando programas como Minha Casa, Minha Vida, Luz Para Todos, Bolsa Família, entre otros. Lula también apostó por la «defensa de la soberanía».
“Es más que urgente recuperar la soberanía. Pero esto no se limita a la importantísima misión de proteger nuestras fronteras».
«También lo es defender nuestra riqueza mineral, nuestros bosques, nuestros ríos, nuestros mares, nuestra biodiversidad”, dijo. A juicio del expresidente, “nuestra soberanía y democracia son atacadas constantemente por la política irresponsable y criminal del actual Gobierno”.
Lula también defendió la Constitución brasileña en su discurso: “no somos la tierra del Lejano Oeste, donde cada uno impone su propia ley”, dijo. “Tenemos la ley más alta, la Constitución, que rige nuestra existencia colectiva. Y nadie, absolutamente nadie, está por encima de ella, nadie tiene derecho a ignorarla o desafiarla”, aseguró Lula.
Para el expresidente, “la normalidad democrática está consagrada en la Constitución” y agregó que “es lo que establece los derechos y obligaciones de cada poder, de cada institución, de cada uno de nosotros”.
Los últimos sondeos otorgan al líder del PT, quien presenta como compañero de fórmula a la vicepresidencia al exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, cerca de un 45 % de las intenciones de voto, frente al 30 % que obtendría Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña, en los comicios del próximo 2 de octubre.
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