Martín Guzmán, el «tapado» que podría conducir Economía

Mientras muchos daban por hecho que Guillermo Nielsen o Matías Kulfas iban a liderar el ministerio de Economía, en los últimos días comenzó a sonar con mayor fuerza el nombre de Martín Guzmán, de 34 años, con carrera académica en Estados Unidos, para conducir Hacienda. Un «tapado», que no es del riñón del albertismo.

De hecho, mantiene amistad con Matías Lammens y fue él quien se lo sugirió al próximo presidente, quien escuchó varios conceptos que tiene el joven economista sobre la renegociación de la deuda externa, un tema en el que se especializó y comparte en sus clases de la Universidad de Columbia. Ha escrito libros junto al premio Nobel Joseph Stiglitz sobre el tema.

Graduado en la Universidad de La Plata, con estudios en la prestigiosa Brown University, Guzmán es partidario de una negociación más agresiva con el Fondo, a quien considera irresponsable por haberle prestado tanto dinero a la gestión que abandona el poder. Incluso manifestó que ha empeorado las posibilidades de repago.

Para el profesor universitario, de diálogo directo con Kulfas, primero habría que arribar a un acuerdo con los acreedores privados, tal como propone un comité de grandes fondos de inversión de Estados Unidos y Francia como Blackrock y Greylock, interesados en hacerse pronto de los nuevos bonos para liquidarlos en el mercado.

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Y sugiere que se aplace por dos o tres años todo el pago de la deuda, incluidos los intereses, que en este caso no se capitalizarían con ningún tipo de bono. Esto último, lo más complejo de alcanzar y que fuentes del propio FMI desestiman. Aunque desde el Frente de Todos ya han señalado que se está trabajando, «repasa siempre cada número con Kulfas, hay una relación de sumo respeto», algo que consigna Letra P.

En una conferencia que ofreció en julio pasado, y consultado por la economía local, Guzmán apuntó que la carga de la deuda se torna «cada vez más molesta para la economía. Crecer menos implica que se recauda menos. Y responder contrayendo más el gasto público contribuye a una espiral recesiva. Para estabilizar la economía tienen que darse dos cosas: que crezca la cantidad de dólares que genera la economía, y que crezca la economía en general. Un plan para estabilizar es un plan que ponga en el centro esa premisa. Y el plan que acordó el Gobierno con el FMI no se basa en esa premisa».

Con respecto a si ve un riesgo de falta de financiamiento a partir de 2020, aseveró: «El riesgo es el de que refinanciarse cueste muy caro. Y ese riesgo estará presente para quien sea que gobierne. Si se mantiene el gobierno actual, va a ser difícil que tenga algo nuevo para ofrecer. Macri anunció que piensa seguir por el mismo camino, pero ir más rápido. Lo mejor que tiene para ofrecerle a los acreedores es privilegiarlos cuando el año próximo defina cómo distribuir las escasas divisas. Esa es la esperanza que el sistema financiero internacional deposita en Macri. Si gana la oposición, parece poco probable que logre convencer rápidamente a los mercados de que su plan vaya a ser exitoso. No va a depender solamente de lo que se plantee hacer, sino de quién sea que lo plantee».

Para él, la alternativa pasa por «buscar una reestructuración de la deuda pública externa, que puede ser en la forma de renegociar vencimientos, que es lo que en principio buscaría. No es para nada trivial lograr eso. Se requiere reescribir contratos, y nada asegura que las voluntades del otro lado vayan a estar alineadas. Es un problema delicado, plagado de incertidumbres y que se juega en un campo difícil, que es el que se creó al endeudarse en moneda extranjera bajo jurisdicciones pro-buitre como Nueva York».

 

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